jueves, 28 de julio de 2011

La foto

Publicado el 24 de Julio en LA VERDAD


99 fotos en ¡HOLA! recogen la boda de Carla Goyanes. Pero entre las sonrisas blanqueadas, los clutchs y el color block hay una foto que destaca por encima de todas porque su pie lo podría haber escrito Roberto Bolaño, titulándola “Las cirugías salvajes”. Si como decía Agrado en Todo sobre mi madre, “una es más auténtica cuanto más se parece a lo que ha soñado de sí misma", algunas de las asistentes a la boda de Carla Goyanes han soñado con ser trolls. Si no, no se explica.

La foto tiene un gran interés antropológico, ya que muestra la primera generación de abuelas que han pasado por el cirujano plástico. Es la diferencia entra las abuelas con y sin posibles: las abuelas con posibles se operan de todo, mientras que el resto sólo se opera de vesícula. Las abuelas con posibles les dejan a sus nietas los collares de perlas de tres vueltas, los Balenciaga y el teléfono de sus cirujanos; las demás nos legan una foto de su boda vestidas de negro. A las abuelas con posibles les brilla la cara por las cremas de La Mer, a las otras les huele la piel a Maderas de Oriente. Las abuelas con posibles están condenadas a vivir en el no-gesto perpetuo por soñar lo que no debían.

En las 98 fotos restantes de esta boda monísima (“Monísima” es a los Goyanes lo que “Fenomenal” a Lydia Lozano) comprobamos cómo la cirugía ha mejorado notablemente en la segunda generación, ya que las madres con posibles están mejor retoqueteadas (ya nadie se opera, sólo se hacen retoquitos) que las abuelas con posibles, lo que hace que aumente el contraste con sus maridos no retoqueteados, que acaban pareciendo sus padres. En fin, un lío generacional debido a que el retoque parece ser el dress code de esta celebración. Claro, con razón a ustedes ya mí no nos invitaron a esta boda, porque ¿dónde se ha visto que las señoras de nuestra edad frunzamos el ceño? En el ¡HOLA! no, desde luego.

lunes, 25 de julio de 2011

Survival

Publicado el 17 de julio en LA VERDAD

Las rayas marineras, las saharianas, los shorts… todos los veranos tenemos el mismo “revival”. Pero lo de este año ya no es un “revival”, es un “survival”, porque además ha supuesto el regreso de los cigarrillos de liar, los tupperwares en las playas y los puestos de fruta ambulantes. Sólo nos falta el café de recuelo para oír a Sofía Petrillo diciendo “Imaginaos…Sicilia, 1920”. Volver al pasado para sobrevivir al presente. Una nueva posguerra animada por la gran Rafaella Carrá, survivor por antonomasia, con el Explota mi corazón (pero como el modelno de Bob Sinclar se ha cargado el estribillo, cuando lo vas a cantar lo que te explota es la X en la boca, y te quedas cortadica del todo).

Supervivientes como Carolina de Mónaco, que no se pudo comprar unos tacones para ir a la boda civil de su hermano, o Inés de la Fressange, quintaesencia del chic parisino, que se puso una pamela de las que regala Amstel en Carthagineses y Romanos. El mismísimo Alberto de Mónaco debe de ahorrar bastante en preservativos, porque le han salido dos hijos más. Y la pobre Charlene, que tendrá que sobrevivir a 5 años de matrimonio. Tan triste está que hasta yo, que hubiera sido capaz de casarme con Lucas Grijander con tal de ser reina de Chiquitistán, he empezado a pensar que no merece la pena soportar ese infierno monegasco por ir al Baile de la Rosa.

Mientras tanto, Tele 5 intenta convencernos de que los auténticos supervivientes no somos los que salimos todos los días a la calle con 37º a la sombra para buscarnos la vida, sino los que están en la isla del Doctor Moreau, ahora transmutado en Jorge Javier Vázquez. Ah, ¿pero que usted no se ha enterado de lo que ha pasado con Aída? Qué suerte tiene; siga así y sobrevivirá a este verano. En cambio, servidora la espichará cualquier jueves de estos en una gala, porque lo mío es como la fábula de la rana y el escorpión. Qué quieren, es mi carácter.