sábado, 12 de noviembre de 2011

Debate De Luxe

Publicado el 8 de noviembre en LA VERDAD

Como no vi anoche el debate entre Rajoy y Rubalcaba no he podido escribir un artículo en condiciones sobre el tema del día, algo que a ustedes no les importará lo más mínimo porque encontrarán en este diario sesudos análisis al respecto. Y entre otras cosas no lo vi porque yo ya estoy en un punto en el que si el debate no lo modera Jorge Javier Vázquez (lo de la moderación en el caso de Vázquez es un decir) a mí no me luce. Sinceramente, no entiendo que siempre que se habla de debates históricos en televisión salgan a relucir el de Nixon y Kennedy o el de González y Aznar, pero nunca se mencionen los producidos entre Mila y Karmele, Hernández y Benito o Matamoros y Lozano, porque si realmente, como ha dicho la Academia de Televisión, este año querían dar más posibilidades de juego y discusión a los candidatos, lo tenían bien fácil: marcarse un Debate De Luxe, con Jorge Javier como bombero pirómano, Esteban anunciando por sorpresa su candidatura a la Presidencia del Gobierno y dando su fórmula para solucionar el problema griego (“Todos los que tengan previsto irse de vacaciones, a Grecia, pa dejar allí los dineros, ni más más ni más menos”), Hernández a cuchillo contra el PSOE (no olvidemos que a Kiko un director de comunicación del PP le mandó un mensaje dándole las gracias por apoyar a Rajoy en Sálvame) mientras se le cae una muela en directo, Jorge Javier preguntándole a Rubalcaba “¿Eres normal o hetero?”, Lydia bailándole un chuminero a Rajoy, Mila cantándole a Zapatero Si te marchas, Zapatero mosqueao llamando al teléfono de aludidos, Rubalcaba que se levanta cabreado y se encierra en el cuarto de baño mientras le sigue una cámara y Jorge Javier le conmina a que vuelva al plató… y, como fin de fiesta, podrían someter a los candidatos al polígrafo de Conchita. En fin, un debate como es debido, sin asesores, sin árbitros de baloncesto y sin plató especial para la ocasión, que en el de Sálvame hacen dos programas y ahorran un disparate. Pero claro, ver a dos señores hablando tranquilamente, con sus corbatas, sus tiempos medidos y sus turnos de palabra, no mola. Excepto en el caso de que anoche Rajoy sacara a pasear a la niña de nuevo; entonces se habrá armado la marimorena. Y yo sin enterarme.

Halloween

Publicado el 1 de noviembre en LA VERDAD

Agotaíca estoy. Anoche me fui con mi chiquillo, los dos disfrazados, él de zombie, yo de bruja (sin maquillar, vamos) dispuesta a recorrerme todas las casas diciendo lo de “¿Truco o trato?” hasta encontrar una en la que me dieran los caramelos que estaba buscando. Abrí cientos, miles, tantos que con los envoltorios hubiera podido hacerme un vestido a lo Lady Gaga. Pero nada, en ninguno ponía lo de “Dice Rubalcaba que si gana no hará recortes sociales. El mayor recorte social son cinco millones de parados”, ni lo de “Dice Rubalcaba que si gana no hará recortes sociales... Que se lo diga a las madres, pensionistas, parados...”. Fracaso total. Que seguro que se pegan en las muelas, lo sé, y que saben a perro muerto, y que se te quedan olvidados dentro del bolso y un día de agosto buscando las llaves reaparecen en forma mutante y pegajosa… Pero me hacía ilusión abrir un caramelo en Halloween que diera miedo de verdad. Así que esta mañana he telefoneado a Génova para reclamar mis golosinas, y les he comentado la posibilidad de reforzar el mensaje poniéndoles a Rajoy y a Gallardón unos pelucones, unas guitarras y unas plataformas para que canten por los Amaya aquello de “Caramelos, caramelos, caramelos, llevo caramelos” (verán que seguimos con un moderneo musical que pa qué). Pero González Pons me ha llamado idiota y me ha colgado el teléfono.

Despepechada y en pleno subidón creativo (es lo que tiene mezclar Mad Men con las reposiciones de El ala oeste de la Casa Blanca, que al final te crees capacitada hasta para llevar la campaña del Presidente Bartlet) mando un correo a Ferraz para proponerles que organicen un contraataque carameril con frases del Maestro Yoda: “El lado oscuro ellos son”, “Si algún día rigen tu vida, para siempre tu destino dominarán”, “Difícil mi misión es, pero imposible no”. Me contestan: “Estimado/a compañero/a, te enviamos el video de campaña en defensa de la escuela pública. Un saludo/a”. Lo veo. Y después de verlo me entra el mogollón, porque mi hijo va a un colegio público y tengo una chica que me ayuda en casa, y parece ser que ambas cosas son incompatibles, así que o meto a mi hijo en los Maristas a mitad de curso o despido a la chica. Y eso sí que no, mire usted señor Rubalcaba, que hay que hacer cambio de armarios.

Cantando voy

Publicado el 25 de octubre en LA VERDAD

Voy cantando por la calle con los auriculares puestos. Sí, cantando. Con poquita voz pero desagradable. Y en inglés, en ese mismo inglés resuelto y patético que me permite decirle a un recepcionista de un hotel en Ámsterdam “Please, give me a plane” (avión) en lugar de “Please, give me a map” (plano), así que imagínense el cuadro. No, no sufran: no llego al extremo de la Duquesa de Alba de ponerme a bailar en medio de la calle, descalza y con los dedos llenos de tiritas (esas tiritas que acercan tanto la aristocracia al pueblo, prueba de que los zapatos nuevos nos rozan a todos, nobles y plebeyos), pero casi. Y buscando canciones para caminar encuentro una emisora donde hacen la selección de música en función de clasificaciones tales como “Me siento tierna”, “Estoy rallada”, “Estoy sonrojada”, “Me siento happy” o “Me siento blogger”, que debe de ser la que oye Cristina Tárrega para inspirarse. Me entra la risa, se me ocurren tres clasificaciones más absolutamente impublicables, y vuelvo a los clásicos.

Miro a la gente que se cruza conmigo y que también lleva auriculares, o esos cascos enormes y ochenteros que les hacen parecer un cruce entre la Dama de Elche y Carmen Lomana vestida de fallera, pero nadie canta, lo cual me sorprende porque mientras voy por la calle asesinando las canciones de Paul Weller (sí, vale, soy una antigua; si quieren moderneo lean los artículos de Jam Albarracín) dejo de darle vueltas a todo lo que me sucede y nos sucede, a las incertidumbres, a los fantasmas internos y a los externos. Y por eso canto: porque mi mal espanto. De hecho habitualmente más que happy me siento como la chica que soñaba con una caja de cerillas y un bidón de gasolina, porque está la cosa que dan ganas de pegarle fuego; qué les voy a contar a ustedes. Reconvierto mi ira escuchando Walls come tumbling down a todo trapo (No tienes que quedarte con esta mierda, no tienes que quedarte sentado y relajado, realmente puedes intentar cambiarlo), que no hace falta tener pinta de okupa para rebelarse, oiga, que una se puede rebelar finísimamente, y pienso que sí, que los muros pueden caer, y que puedo hacer algo más que maldecir y lamentarme, y que a esto podemos hacerle frente, y voy tamborileando con los dedos sobre el muslo derecho. Y apago la cerilla.