lunes, 30 de julio de 2012

Olímpicos en chanclas


PUBLICADO EL 29 DE JULIO DE 2012 EN LA VERDAD

Mi santo es olímpico. Pero olímpico de los buenos, capaz de desayunarse una tostada de ciclismo en ruta, merendar café con bádminton y acabar por el piragüismo en aguas bravas. Y todo ello sin moverse del sofá. La tragedia es que han comenzado las Olimpiadas y en la playa tenemos una tele. UNA. Dicen que el mayor número de divorcios se producen en verano, pero este año aumenta seguro. Se lo digo yo, que en esto de broncas televisivas tengo un máster: media hora poniéndonos de acuerdo en la película para que el tío se quede durmiendo a los cinco minutos, se despierte en los títulos de crédito y me diga “¿Qué ha pasado?”. Y ¡hala, ya tenemos fiesta!

Con tantas retransmisiones televisivas a mi santo se le van a poner los ojos más redondos que los aros olímpicos. Y va a echar una barriga tremenda, que en este país hacemos deporte igual que hacemos la revolución: sentadicos. Si todos los que ven deporte en la tele lo practicaran, seríamos una raza de superhombres. Y si todos los que nos quejamos desde el sofá saliéramos a la calle, también. El único récord olímpico que batimos es el de subir mensajes al muro del Facebook, que uno se subleva más a gustico con el aire acondicionado a toda mecha que a pleno sol.

Pero el que se va a sublevar de verdad es mi santo cuando vea que hablo de él: no quiere ni que le miente. No se da cuenta de que estar casado con una columnista de éxito tiene estas servidumbres. No entiende que yo me debo a mi público, como las folclóricas. Así que, si Isabel Pantoja le mandaba mensajes a Julián Muñoz en sus canciones, yo los envío a través de la columna, pero sin encriptar, bien clarico: COMPRA OTRA TELE. Porque si no tengo mi ración diaria de circo, lo mismo me tiro a la calle con una pancarta en una mano y una antorcha en la otra. Y entonces sí que la vamos a liar.

lunes, 23 de julio de 2012

Paralelismos


PUBLICADO EL 23 DE JULIO DE 2012 EN LA VERDAD

De los españoles que han emigrado este año al extranjero, conozco a uno. M. ha hecho la maleta, y en ella no ha metido el bronceador y la toalla, sino su curriculum, los besos de sus hijos y la sonrisa (triste) de su mujer, que se ha quedado aquí, defendiendo el fuerte. M. se ha ido al norte de Europa a buscarse la vida, a trabajar en lo que le salga y a mandar dinero a casa. M., ingeniero industrial, creía (como usted, como yo) que a su edad ya casi había llegado a la meta. Lo que no sabía es que, en esta mierda de Monopoly en el que estamos jugando, él iba a volver en la casilla de salida.

De los extranjeros que vinieron hace años a España, conozco a una. M., rusa, es (era) profesora de música, porque hace ya mucho tiempo que no utiliza sus manos para tocar el piano, sino para ayudarme a poner lavadoras, fregar y planchar. Mientras hacemos la comida M. me cuenta cosas de su país, de sus amigos, de su vida anterior, de la vida que ella había elegido, que no es la que le ha tocado. M. tararea a Rachmaninov cuando limpia los cristales y, de vez en cuando, marca un compás en el aire.

Me imagino malviviendo en otro país, sin mi familia, sin hablar el idioma, trabajando (con mucha suerte) en cualquier cosa, compartiendo piso con desconocidos, pidiendo ropa en Cáritas, perdiéndome por calles con letreros que no soy capaz de leer. Siento las miradas de recelo, la soledad, la incertidumbre. Me pongo en la piel del otro: me agobio, me la quito rápidamente. Pero se me ha quedado un regusto amargo en la boca, y ya no tengo el cuerpo ni para descogurciarme del chándal olímpico y de la pinta de “Callejeros” que van a llevar nuestros atletas. Hoy, nada de soplo de aire fresco. Lo siento, jefe. Así está la cosa. Unos que vienen, otros que se van. Pero la vida no sigue igual. Ni de coña.

miércoles, 18 de julio de 2012

D de domingo


PUBLICADO EL DOMINGO 15 DE JULIO EN LA VERDAD

Vuelve el “V de Verano” y yo con él. Me dicen mis jefes que el suplemento estival me va que ni pintado porque soy “un soplo de aire fresco”. Yo, que quiero ser un tsunami, un tornado, un huracán, no llego ni a brisa marina: sigo siendo un soplo de aire fresco con 42 años. Para mear y no echar gota en el Tena Lady. Y, como saben que yo soy mucho de santificar las fiestas (todas), me encasquetan de nuevo los domingos, estos domingos de verano luminosos, espléndidos, inacabables, de café y periódicos junto al mar, de baño por la mañana, siesta por la tarde y paseo al caer el sol. Los domingos de verano son menos domingo y más sábado.

Nada debería fastidiarnos un domingo de verano: ni los atascos, ni las playas atiborradas, ni los tíos comiendo sin camiseta en los chiringuitos, ni las chanclas con calcetines, ni los suplementos con tipazas en microbikini, ni que las tipazas en microbikini planten su sobrilla al lado de la tuya. Ni siquiera encontrarte a Fernando Esteso, King África y Leonardo Dantés al rascar el socarrat de la paella, que los tres tenores se han unido para perpetrar un supuesto jitazo llamado “Pa los guiris”, como si el ébola, la malaria y la viruela no fueran suficientemente terribles por separado y se tuvieran que conjugar en una nueva enfermedad mortal: oigo a estos tíos y empiezo a pensar que Georgie Dann es un chansonnier.

Los únicos capaces de jorobarnos un domingo de verano son los mismos que nos han destrozado los viernes con los Consejos de Ministros. Han conseguido que ahora muchos no distingan entre un domingo de invierno y uno de verano, porque si no tienes que ir a trabajar el lunes, nada los diferencia. Que se vayan ya de vacaciones, que cada vez que trabajan ellos nos quedamos sin trabajo nosotros. Y que se casquen una ensaladilla con salmonelosis mientras escuchan a Merche cantando lo de Marina d’Or. Eso sí que te revienta el domingo. Y el estómago.

miércoles, 11 de julio de 2012

El nuevo porno


PUBLICADO EL 11 DE JULIO DE 2012 EN LA VERDAD

Acaban de abrir un nuevo garito al que no voy a ir. No por aquello de que jamás sería socia de un club que admitiera tipas como yo (que también), sino porque no tengo los 1.000 euros del ala que piden para reservar la mesa más barata. Yo estaba dispuesta a no sentarme en toda la noche, que servidora ha hecho mucha barra, o a llevarme una mesica plegable que tengo y plantarla allí, pero parece que esa no es la filosofía del “Billionaire”, el club que Flavio Briatore inauguró el viernes en Marbella. Para situarnos: Briatore es ese hombre que antes se le parecía a Rappel y ahora parece una señora mayor que se le parece a Rappel. Briatore está casado con un pibón dos siglos más joven, que se enamoró de él por su ternura y su inteligencia. Digo yo que también habrá fontaneros y electricistas de más de 60 años tiernos e inteligentes, pero a estas chicas nunca les da nunca por casarse con uno (excepto que ese uno sea el electricista de la Catedral de Santiago, que tierno no sé si será, pero pasta tenía hasta para pagarse una mesa de comedor extensible).

Junto a Briatore y su mujer posa Alejandro Agag, el yerno de Aznar, con su cara de cervatillo deslumbrado por los faros de un coche. De Ana Aznar, ni rastro. Error, querida: estoy yo que dejo a mi santo solo en un sitio así, lleno de gataperras. Si quiere hacerse socio de un club, que se haga de Círculo de Lectores. Tampoco habrá ido Tita Thyssen, porque a pesar de la inyección de pasta por la venta de “La esclusa”, sigue floja de cash. La pobre bastante tiene con pelearse con su hijastra Francesca, todo finísimo, un debate intelectual a la altura de la discusión entre el biólogo Dawkins y el arzobispo de Canterbury (“Francesca es una imbécil”, ha dicho Tita). A estas les tocas el bolsillo y se le vas el charme, el chic, el savoir-faire y el WordPerfect a hacer puñetas.

Al final no sé qué es más obsceno, si la pelea por perras entre las Thyssen o la exhibición impúdica de riqueza que hace Briatore. Hablar de dinero es el nuevo porno. En cambio, como en TVE no tienen ni para pagar una mesa de Ikea, han echado mano del viejo porno: están reponiendo “Ana y los 7”. Y eso sí que es impúdico. 

El premiado sin premio

PUBLICADO EL 5 DE JULIO EN DETELE

Ayer fue un día de grandes descubrimientos para la física: por un lado el hallazgo del bosón de Higgs, por otro la revolución de la teoría del tiempo. O si no explíquenme cómo la entrega de los premios de la Academia de Televisión (), que fue rapidísima y fulgurante, se me hizo larga. Posiblemente porque la televisión es, entre otras cosas, espectáculo, y lo de anoche no lo fue (excepto el momentazo , al que ya llegaremos). Crisis, low cost y todo lo que ustedes quieran, pero si en una gala los presentadores sólo te suenan, quedan sillas vacías en primera fila y en el escenario hay muchos y grandes profesionales pero pocas estrellas, la cosa está regular.

 

Los Iris tuvieron lugar en el Parque de Atracciones de Madrid, algo que explica el dress code del evento, porque aquello parecía una feria: desde una excesiva Silvia Jato en amarillos terribles hasta un con camisa de cuadros de manga corta (lo he visto más arreglado en algunos programas de “”)...

Columna completa en http://detele.es/2012/07/fran-llorente-el-premiado-sin-premio/


miércoles, 4 de julio de 2012

Un momento de descanso


PUBLICADO EL 3 DE JULIO EN LA VERDAD

Tranquila mañana playera. ¿Tranquila? “¡Cuidado!”, dice mi santo, y me aparta de la trayectoria de una sombrilla voladora que viene directamente hacia mí. Menos mal: si ya es ridículo morir atravesada por una sombrilla de rayas, más ridículo es morir en bikini, que ya veo a la forense descogurciándose de risa mientras intenta esclarecer si mi celulitis es blanda, compacta o edematosa.

La sombrilla acaba cerca de una panda de muchachos tatuados, engominados, morenísimos y más depilados que yo. Compiten en mechas y en pendientes con sus churris. Toman el sol sin ser conscientes que, de la noche a la mañana, se han quedado sin referentes estilísticos: toda la vida intentando parecer futbolistas de primera y ahora va y resulta que los jugadores de la selección han abandonado su aspecto de poligoneros de lujo. Fíjense en la pinta de contable de Iniesta, o en la cara de crío de Mata. En Piqué llamando a su madre como si, de repente, volviera a tener 10 años, o en Xabi Alonso abrazando a sus hijos. Tipos normales celebrando lo anormal con sus familias. Hasta Sergio Ramos se ha cortado la melena: los conversos irán con su foto al peluquero para que les haga el mismo corte (las señoras mayores llevan la de Lola Herrera, las señoras menores la de Sandra Barneda), mientras que a los macarras recalcitrantes sólo les quedará “Mujeres y hombres y viceversa” como guía espiritual.

Ya saben que yo entiendo de fútbol lo mismo que de pavos preñaos, que por mucho que pase las noches con Joserra de fondo o que mi santo (Mi Salvador desde el episodio de la sombrilla) se haya visto toda la Eurocopa sentado en el borde del sofá y al borde del parraque, no me entero de nada. Lo del doble pivote me suena a truco de “Bricomanía” para montar un armario, y lo del 4-2-3-1 a los números de la Loto. Pero resulta difícil sustraerse al tsunami futbolero, especialmente desde que tenemos unos jugadores que encarnan todo aquello que se nos había quedado por el camino: compañerismo, superación, esfuerzo. Y, además, ganan, y ganan, y vuelven a ganar. Y lo hacen con esa aparente normalidad de los superhéroes de barrio. Ayer muchos españoles se levantaron con poco sueño en el cuerpo y una sonrisa en la cara, porque esta selección nos ha dado algo más que una alegría; nos ha dado un momento de descanso. A ver cuánto nos dura.