miércoles, 17 de octubre de 2012

Herencia


PUBLICADO EL 16 DE OCTUBRE DE 2012 EN LA VERDAD

Lunes por la noche. Mi hijo duerme ya. Lo miro y contemplo sus pestañas larguísimas. Consulto mi saldo en internet y confirmo mis temores: las pestañas es lo único que va a heredar de su madre. Eso y suficientes números atrasados del SEMANA como para dedicarse a hacer manualidades de papel maché los próximos cien años. Y pare usted de contar. Lo único bueno es que me ahorro problemas, que el que deja herencia, deja pendencia: si no heredas nada, malo, pero si lo heredas todo, peor. Miren al PP, que no para de quejarse de lo que les dejó Zapatero. Hartica me tienen.

Además de mis pestañas, espero que mi hijo herede la capacidad ocular de mi santo: mientras vemos “Isabel” el tío parece un camaleón, porque con un ojo ve la tele y con otro el iPad. Está buscando en la Wikipedia a Juana La Beltraneja. Y lo peor es que le digo que lo lea en voz alta, porque yo tampoco recuerdo quién es. Definitivamente, saber que tienes que saber algo que no sabes te deja la autoestima por los suelos. Y darte cuenta de que eres capaz de escribir del tirón un artículo sobre las luchas intestinas por la herencia de Paquirri y ni una línea sobre la sucesión de Enrique IV, te hunde en la miseria. Me empollo en un plis la dinastía de los Trastámara, no sea que el crío me pregunte; bastante tiene con los recortes en el colegio, que me paso el día rezando por la salud de sus profesores: si enferma el de Matemáticas les ponen al bedel de sustituto y les explica que un polígono es un hombre con muchas mujeres. Así estamos.

Antes los hijos heredaban el negocio de los padres, ahora sólo heredan deudas. Por eso, como la mejor herencia que le puedes dejar a tus hijos es la educación, yo estoy obligando al mío a comer con un par de libros debajo de los sobacos para que no despegue los brazos mientras trocea el pollo, que se lleva dos años con la infanta Leonor y nunca se sabe, que si Letizia es hija de un periodista y una enfermera, a ver por qué el futuro rey consorte no va a poder ser hijo de un economista y de una columnista, digo yo. Claro que, a lo mejor, cuando el chiquillo esté en edad de merecer, también se nos ha ido la monarquía a tomar viento.

2 comentarios:

Hong Kong Blues dijo...

Su hijo podrá hacer, gracias a las mega-pestañas, una caída de ojos que ni las del Imperio Romano.
Y si ve que mientras estudia tiene algún rato libre, que no se apunte a fútbol, que se vaya preparando algún cursillo de Dj y tatuador.
Se comerá el mundo. Se lo digo yo.
¡BESOS!

Antony Vidale dijo...

Ayayayay, los Trastámara, cuantos disgustos nos ha podido dar esta familia. No se si hasta en lo de Colón tuvieron culpa. Bueno, na. No se preocupe doña Rosa que mientras no nos tengamos que comer los libros y mirar la sopa boba la herencia está bien dejada.