lunes, 29 de julio de 2013

Miña terra galega


PUBLICADO EN LA VERDAD EL 28 DE JULIO DE 2013

La primera vez que fui a casa de mi suegra, un olor desconocido me tumbó de espaldas cuando abrió la puerta. “Ay, eso es el unto”, me dijo. Y ese día probé el caldo gallego. Y después llegaron el pulpo à feira, el lacón con grelos, los viajes a Ferrol (que tanto recuerda a Cartagena), los “¡Funga, funga!” que les decía a sus nietos para que se sonaran los mocos y los “Fuerais unos canfurneiros” que nos soltaba cuando montábamos algún lío. Mi suegra, que vive en Cartagena desde hace más de cincuenta años, sigue llevando a Galicia en el corazón y en la boca.

Los gallegos y los cartageneros siempre hemos estado unidos por el mar: cuando éramos pequeños, no era raro encontrarte en el colegio con compañeros apellidados Couce o Cendán, hijos de un marino que había conocido a su mujer en la otra punta de España. De hecho, nos une hasta un apóstol: dice la leyenda que Santiago llegó a España desembarcando en el barrio de Santa Lucía. Lo que nadie pensaba es que el día en el que se celebraba su festividad se iba a convertir en el más trágico, en el más terrible, en el que nos iba a llenar los ojos de lágrimas, de desastre y de pena. Pero este día triste también nos traído imágenes de cientos de personas haciendo cola para donar sangre, de vecinos sacando a los heridos de los vagones, de gente que llevaba mantas para cubrir a los muertos y arropar a los heridos, de camillas improvisadas con un tablero de madera, de profesionales que han acudido a ayudar en lo que podían. Lo único que espero ahora es que todo este cariño y esta solidaridad inicial sigan llegando hasta allí. Porque esa es miña, nostra, terra galega.

1 comentario:

Hong Kong Blues dijo...

Terrible. Galicia, tierra increíblemente rica en patrimonio (arquitectónico, natural, gastronómico...) parece saber sufrir con enorme dignidad.
El chapapote, el narcotráfico,los escándalos de la Diputación, esto...
Yo la sueño despertando y tomando las riendas. Dejando paso a tanta gente capaz apartada.
Un abrazo inmenso.