PUBLICADO EN LA VERDAD EL DOMINGO 1 DE SEPTIEMBRE DE 2013
Si la lluvia en
Sevilla es una pura maravilla, la tele en verano es un puro tertuliano, que es
ponerla a cualquier hora y encontrarme con Paco Marhuenda el Ubicuo, ese ser
que ocupa más horas de televisión que toda la familia Mohedano Benito junta,
satélites y gataperras incluidos. Así que cuando una está hartica de verle las
gafas a Marhuenda, se pasa a la TDT y descubre los “factuales”, una mezcla
entre reality y documental que lo está petando. Y no me extraña, porque son
drogaína pura: empecé a verlos ante la falta de oferta general y llevo tres
días sin bajar a bañarme. Una se queda absorta como un jubilado frente a una
obra viendo “Megaestructuras”, loca tragándose “Empeños a lo bestia” y ese
monte sin piedad de Detroit de mas de 4.000 metros cuadrados, alucinada con su
versión finústica, “Empeños en Beverly Hills”, de la que pido ya una adaptación
patria (Marujita Díaz tiene joyas para protagonizar cuatro temporadas) o
traspuesta con “Tu casa a juicio” y esa manía del “espacio abierto”, que me río
yo de la cocina-comedor cuando hagan sardinas a la plancha: tres meses les van
a oler las cortinas a chiringuito playero.
Observar el
comportamiento de los americanos en su salsa da más juego que ver cazar a las
leonas del Serengueti, porque todo es enorme, desaforado, extravagante,
caricaturesco: transportes imposibles, broncas monumentales, buscadores de
tesoros, cazadores de caimanes, extrañas adicciones, garajes llenos de trastos
y sótanos donde pueden vivir cuatro familias. Una mirada alucinante a la
América profunda. Y como mañana empiezo a currar, voy a llamar a “Los restauradores”,
que se me ha quedado un cuerpo escombro después de las vacaciones que ni les
cuento: o sacan la radial para que me quepan los vaqueros o mañana me voy al
tajo en túnica faletera.
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