miércoles, 21 de mayo de 2014

Los condescendientes


PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 20 DE MAYO DE 2014

Llevo varios días inmersa en una profunda disquisición intelectual. No, no es que esté dudando entre el bañador y el bikini, que hace ya años que mi barriga celulítica dirimió ella solita tamaña disyuntiva, sino que desde que oí el eructo hipohuracanado que soltó Cañete tras un debate que se le indigestó más de la cuenta, no paro de darle vueltas a la cabeza intentando averiguar qué tipo de machirulo me irrita más: si el machirulo exhibidor, que nos utiliza como un trofeo de caza y echa a un ministro de cultura para sustituirlo “por una chica joven y con glamur” por mera cuestión de imagen política, o el machirulo condescendiente, que evita enfrentarse abiertamente con una mujer en un debate porque no está su altura. Aunque lleva razón Cañete: para estar a su altura intelectual hay que hacerse una lobotomía. Y para estar a su altura física, hay que engordar ciento cincuenta kilos.

Cañete nos ha salido volteriano, que no ilustrado: "Una mujer amablemente estúpida es una bendición del cielo", decía Voltaire. Y un hombre irritantemente estúpido es una bendición para el partido contrario y una maldición para el propio, que bonicos tienen que estar los asesores del candidato: días sudando para conseguir meterlo con calzador en una faja reductora y, en cuanto se la quita y se relaja, se le desparrama el machismo por todos lados. Cañete desencadenado. Si es que con un bocazas semejante no se puede bajar la guardia, Arriola.

Para intentar arreglarlo, Cañete pasó en un plis de machirulo condescendiente a machirulo exhibidor, que fue con flores a María (Dolores de Cospedal), a la nueva ministra de agricultura y hasta a la carnicera de su barrio, y se hizo fotos con unas muchachas que iban de despedida de soltera: muertas se quedarían pensando que Cañete era el boy que habían contratado, que te esperas un tronista bombero y te aparece un trasunto de Demis Roussos con elástica sport. You can leave your hat on, Cañete. Y la faja también, que si no te la hubieras quitado no me habrían entrado ganas de llamar a Afrodita A para que sea tu contrincante en el próximo debate. Aunque me temo que, en cuanto Afrodita suelte lo de “¡Fuego de pecho!”, seguro que te da la risa floja y se te ocurre algún chascarrillo. ¡Qué gracia tienes, jodío!

1 comentario:

Hong Kong Blues dijo...

Ay, Sra. Palo, es todo tan penoso que no sé qué decir.
Me temo que es un reflejo de la sociedad, y aún es peor.
Suerte que todavía quedan miradas lúcidas y lenguas certeras como la suya para salir de nuestra anestesia.
La adoro.