miércoles, 13 de agosto de 2014

Cerdos salvajes


PUBLICADO EN LA VERDAD EL MIÉRCOLES 6 DE AGOSTO DE 2014

Leo en este nuestro periódico una noticia que me deja patidifusa: La Dirección General de Medio Ambiente advierte sobre el abandono indiscriminado de cerdos vietnamitas. Cerdos vietnamitas. Lo oigo y me viene Rambo a la cabeza. Ya ven, yo pensaba que George Clooney era el único pavo que tenía por mascota a un cochino, pero se ve que aquí hay más tontos que medusas, que agentes medioambientales han tenido que abatir a ocho híbridos de cerdo vietnamita con jabalí debido a su conducta agresiva. Normal: acogen al bicho, lo miman, lo alimentan y, en cuanto deja de parecerse a Babe, el cerdito valiente, lo largan. ¿No es para volverse violento? Y si se mezclan con el hermano jabalí, ni les cuento. Pero esperen a que los cochinos empiecen a organizarse: esto va a ser peor que “Rebelión en la granja”.

A mí nunca se me ocurriría tener en casa a un animal de compañía que pesara más que yo o que fuera más venenoso que mi lengua. Sobre todo porque mi historial con las mascotas es digno de un psicópata inglés: tuve dos pollos (que fueron sacrificados por mi abuela retorciéndoles el pescuezo, llorados por mi madre mientras los hacía con tomate y comidos inocentemente por mi hermano y por mí), dos perros que se escaparon, un hámster que palmó, dos gatos que murieron (uno apareció tieso en la lavadora: no pregunten) y otros dos que, cuando se enteraron de aquello, huyeron despavoridos. Pero nunca me ha dado por los cerdos. Eso, sin contar a algún ex novio que otro, también es verdad. 

Me sopla el compañero Guillermo Hermida que Morrissey, un vegano tan radical que se largó del escenario del festival de Coachella porque le llegaba el olor de una barbacoa cercana (“Huelo carne quemada. Pido a Dios que sea humana”, soltó el payo), nombra a Murcia en una canción antitaurina llamada “The Bullfighter Dies”. Si se entera de que, además, abandonamos a los cochinos, nos manda a los de PETA armados con cuchillos cebolleros. Eso sí, de la plaga de cerdos salvajes en la que se han convertido sus compatriotas y que ha tomado Magaluf, no ha dicho nada. A esos dan ganas de mandarlos de vuelta y abandonarlos en la campiña inglesa. Sin remordimiento alguno.



No hay comentarios: