miércoles, 10 de septiembre de 2014

Terecha


PUBLICADO EN LA VERDAD EL 9 DE SEPTIEMBRE DE 2014
Hay mujeres a las que siempre les traiciona la razón, les domina el corazón y no saben luchar contra el amor. Son mujeres que confunden los gases con las mariposas en el estómago, como Giuliana Piterà, una italiana que viajó a Cádiz para pasar sus vacaciones y, desde entonces, busca desesperadamente a un gaditano que le robó el corazón. Ni siquiera llegó a hablar con el moreno, pero quedó “paralizada por su sonrisa”. Giuliana, que se había puesto de ortiguillas rebozadas y manzanilla hasta el moño, confundió el empacho con el amor.
En cambio, otras están tan hartitas de los hombres que se notan un cosquilleo en la barriga y se toman dos cucharadas de sal de frutas. Por eso, la propia Teresa Campos se muestra sorprendida a la hora de reconocer su romance con Bigote Arrocet. Pensaba la Campos, citando a Ana Gabriel, que ella ya había cerrado ese capítulo en su vida. Pero no, porque Teresa sigue la máxima de Clint Eastwood para continuar vivito y coleando: mantenerse ocupado y no dejar entrar al viejo en casa. Campos tampoco deja que la vieja entre en casa, pero sí Bigote Arrocet.

Teresa, que es moderna moderna, empezó su relación con Bigote a través de Whatsapp porque él estaba en Chile. Cuando vino a España, quedaron a cenar, y catapún, doña Mairucha, así no más. “Edmundo es un hombre serio, y yo pido respeto para él”, dice Teresa. De acuerdo, pero yo me lo imagino diciendo “¡Terecha, cha, cha, cha!”, y el respeto se me va por el desagüe. Como si pienso en Aznar hablando catalán en la intimidad. Sólo falta que, cuando Bigote llame a la Campos, le suene “¡Piticlín, piticlín!” en el móvil.

Lo cierto es que será el amor, ay, será, será, pero María Teresa ha rejuvenecido, que a ella y a sus hijas ya les llaman las Hermanas Campos (están a dos tonos de rubio de convertirse en las Trillizas de Oro). Ha conseguido, como la Preysler, tener menos edad que sus retoñas. En la peluquería, las abuelas piden que les pinten las uñas de verde o de azul “como las lleva María Teresa”, comentan admiradas los modelos que luce y aprueban su romance con Bigote: “¡Pues muy bien que hace la tía! ¿No te parece?”. Teresa convertida en una “it yaya". A ver si ahora las abuelas también se nos van a enamorar y la liamos.


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