Publicado en La Verdad el martes 24 de febrero de 2015
El Facebook es el “¡HOLA!” de los pobres: si
Tita Cervera sale navegando en el “Mata Mua” por aguas corsas a doble página,
tú apareces en la chalupa de tu primo dándote una vuelta por el Mar Menor, si
Norma Duval hace un posado en Tagomago enseñando cacha, tú sales con el pareo en
modo burka fotografiándote en Los Nietos, y si la Presyler se exhibe con sus
retoñas en la cena de Porcelanosa, tú subes la foto de la mesa de Nochebuena,
que para un día que sacas la vajilla buena, hay que inmortalizarlo. Mostramos
en las redes nuestros pequeños lujos, con la vana esperanza de que nuestra vida
real se acabe pareciendo a la virtual.
Pues se acabó. Olvídense de colocar fotos
presumiendo de su último viaje o vacilando de la pijá a marisco que se metieron
en una cetárea de Ferrol: la Agencia Tributaria analizará las redes sociales buscando
signos externos de riqueza que no se correspondan con la renta del usuario. Y no
sólo cotillearán el Facebook, sino también las revistas del corazón, que han
pasado de ojear el “Semana” escondiéndolo entre las páginas salmón a
desplegarlo encima de la mesa del despacho, rodeando las fotos con rotulador
indeleble y preguntándose de dónde sacan pa tanto como destacan. Que se lo digan
a Jorge Lorenzo, si no, que le cayó una inspección como una casa después de
enseñar su ídem.
Hemos pasado del Gran Hermano al Gran Cuñao, al porterismo hecho ley. Las
revistas dejarán de ser un mundo aspiracional para convertirse en el catálogo
del Lidl: Pitita Ridruejo se tapará las perlas con un pañuelo palestino, Tita
Cervera esquiará en el Madrid Xanadú en lugar de en Gstaad y Preysler ofrecerá cenas
a base de mediasnoches de jamón york, sandwiches de Nocilla, michirones y Fanta
de Naranja. Se terminó lo de enseñar casoplones, yates, cochazos y joyas, lo de
reservar un hotel entero para una boda y lo de lavar
el pelo rubio de los niños con champagne, que
aconsejaba Diana Vreeland. El lujo será íntimo o no será. Y nosotros,
pobres, dejaremos de embellecer nuestra vida pasándola por el filtro del Instagram
y volveremos a hacernos fotos de los pies, que son las
menos comprometidas. Siempre que no lleves la pedicura hecha, claro, que
apareces con las uñas pintadas de rojo intenso y ya está Montoro enviándote una
solicitud de amistad.