miércoles, 11 de febrero de 2015

Desembrague a fondo


PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 10 DE FEBRERO DE 2015

Las desgracias nunca vienen solas, que vienen de tres en tres. Y si te llamas María Isabel Pantoja Martín, de veinte en veinte: ni Quintero, León y Quiroga puestos de anisete hasta las patillas podrían haber escrito una copla que recogiera todas las vicisitudes por las que ha pasado la tonadillera, que entre la viudedad temprana, las luchas intestinas, los hijos rarunos y los amores perros, hay material para componer un disco más largo que uno de Calamaro.

Para rematar el sainete, una reclusa le ha robado las bragas en el talego. Desembrague a fondo o el robobo de la jojoya, a elegir. Definitivamente, a Pantoja le ha cagao la moscarda, no sé si por culpa de la maldición que le lanzó Lola Flores cuando le levantó Paquirri a Lolita o por la que le lanzaron unas gitanas: “¡Olajai Callí!”, le dijeron, que eso es peor que desearte que te tragues un paraguas y se te abra en el estómago.

Pero si Pantoja tiene un panorama horroroso en la cárcel, aún lo tiene peor fuera: una deuda muchimillonaria con Hacienda, una demanda por no pagar la hipoteca de “Mi gitana” y un hijo que ha concursado en un programa acostado en un sofá como una ballena varada en la playa. Y mientras que el tito Agustín anda como loco comprándole bragas a su hermana en el mercadillo de los Gypsy Kings, la niña se las compra en “Agent Provocateur”, que para eso está en Londres convertida en inmigranta de lujo. No me extrañaría que Pantoja pidiera la prisión permanente revisable, pero para que la condenaran a perpetua. Es mejor estar en Alcalá de Guadaíra con el pantojo al aire que salir a la superficie y darse de bruces con una realidad más desestructurada que una tortilla de Ferrán Adrià.

Pero Pantoja es una superviviente. Pantoja saldrá del talego soberbia y altiva, con sus gafas de sol panorámicas y su pashmina; hará una exclusiva donde “desnude su alma para los lectores” y volverá a escena con un concierto en el Teatro Real cantando por Perales. Porque a Pantoja se le da bien parar, templar y mandar, que para eso ha estado casada con un torero. Y será capaz de convertir la tortilla desestructurada en un arroz con bacalao por el que los medios de comunicación paguen a millón el plato. Al tiempo. Pero recuerda, Isabel: hagas lo que hagas, ponte bragas. Si las encuentras. 

1 comentario:

Hong Kong Blues dijo...

Yo creo que deberían hacer todos los Pantoja un reality al estilo de los Kardasian. ¡Se forrarían!