lunes, 23 de febrero de 2015

VAROUFUCKER


“Escribe sobre Grecia”, me dicen. Ya ven, el mundo está lleno de jefes irresponsables que encargan textos a columnistas ineptos, porque servidora lo único que es capaz de escribir acerca de Grecia es la receta de la moussaka. Eso sí, hay un griego sobre el que podría componer hasta un poema cosmogónico: Yanis Varoufakis. O Varoufucker.
Pensábamos que el guapín del gobierno griego era Alexis Tsipras, ese Clooney de provincias con entrecejo, hasta que llegó Varoufakis y se lo comió por los pies, aceitunas de Kalamata incluidas. Varoufakis es el chulo que castiga, el empotrador sin corbata, el profesor de universidad que se quita a las estudiantas de encima (o no), el macho alfa, el puto amo: Varoufakis puede llevarte en brazos cruzando el Peloponeso mientras te recita a Dylan Thomas en perfecto inglés, se bebe una botella de ouzo a morro y se caga en la madre que parió a la Troika. Varoufakis es el calvo que le va a hacer un ídem a Europa.
El tipo está tan bien plantao que podría darle boleto a Sylvester Stallone, esa señora mayor hormonada, y entrar a formar parte de Los Mercenarios 4. Lamentablemente, ese no es el caso de nuestros aspirantes con pretensiones: The Telegraph compara las pintas de Podemos con las de una banda de folk sueca (porque no han oído cantar a Monedero, que si no los compararían con Ismael y la Banda del Mirlitón). En cambio, en un periódico holandés describen el look de Varoufakis como modelo a imitar, y en The Guardian alaban su aspecto de personal normal y su descorbatamiento. Normal, a ver qué corbata encuentra para ese cuello de toro que Zeus le ha dado.

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