miércoles, 18 de marzo de 2015

Los intensos


PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 17 DE MARZO DE 2015

“No hay talento más valioso que el de no usar dos palabras cuando basta una” decía Thomas Jefferson. Y si la que se usa es clara y precisa, el talento ya es la pera limonera, que estoy de tender puentes, crear redes y establecer sinergias hasta el riquitipollo: con lo fácil que es decir “cooperación”, y a otra cosa, mariposa. Pero se lleva lo que Baroja llamaba el estilo “con un poco de confitería”. O con mucha, tanta que empalaga, porque hay gente tan críptica y tan intensa que no la descifra ni Champollion; la misma que vive la vida como un culebrón, que tiene cara de estreñimiento permanente, que lleva los sentimientos a niveles terremóticos y que habla en endecasílabos.

A algunos la intensidad les viene de serie. Como a Gloria Serra y su voz, capaz de convertir la desaparición del pendiente Lola Flores en el Florida Park en un caso digno de Rust Cohle. Como a Bunbury y sus uñas negras y atormentadas. Como a Shia Labeouf y sus tontunas de aparecer con una bolsa de papel tapándose la cara. Como a Aznar y su mirada astringente. Como a Pablo Iglesias y sus cejas fruncidas. Como a Íñigo Errejón y sus cejas enarcadas. Claro que, en este caso, es normal que el crío haya salido intenso, que su madre le cantaba “Grândola, Vila Morena” para que se durmiera. A mí la mía me cantaba “El baúl de los recuerdos”, de Karina, y así estoy.

Voltaire ya defendía el derecho al entretenimiento antes que Vasile: «Gracias a que somos frívolos la mayoría de la gente no se ahorca», dijo el francés. Liberté, égalité, frivolité. A veces, levantarse por las mañanas es tan duro que si no le echamos a esto un poco de tontería, no hay forma de llegar al día siguiente. O lo que es lo mismo, y traducido al tuiterismo, #stopdramasporfavor, que decía un pretendiente de “¿Quién quiere casarse con mi hijo?”. Cenarse esas trivialidades también ayuda. Eso y ver a Manuel Pimentel como mediador de conflictos en un anuncio de Ikea. O contemplar cómo a Naty Abascal se le aparece el Espíritu Santo en forma de champán para transmitirle el don de lenguas, que entre el habla cosmopolita, la falta de logopeda y el Dom Pérignon, Naty también necesita un criptógrafo para entenderla, pero no por intensa, sino por alegre. Porque no hay nada más inteligente que tomarse en broma a uno mismo. 




1 comentario:

Hong Kong Blues dijo...

Cuánta razón tienen usted y Voltaire. A mí una expresión superfragilística que me saca de quicio es "salir de tu zona de confort".
En fin, que la adoro.