jueves, 23 de julio de 2015

EL VENTILADOR


PUBLICADO EL MIÉRCOLES 22 DE JULIO EN LA VERDAD

“Faringe eritematosa, roncus y sibilancias diseminadas”. A ese galimatías añádanle unas toses de tísica que ni la Dama de las Camelias, y tendrán el diagnóstico completo: bronquitis aguda. “Evite los cambios bruscos de temperatura”, me recomienda el médico. Un cachondo, el tío: me dice que lleve cuidado con los aires acondicionados, y él tiene la consulta a menos de un grado de una nueva glaciación. Pero es que los hombres siempre tienen calor. En la oficina, ellos se pasan el día resoplando, sudando y bajando la temperatura hasta que nosotras tenemos que echarnos una rebeca por los hombros. Y, por la noche, los respectivos ponen al aire acondicionado en posición “Tundra ártica”, obligándonos a las respectivas a taparnos hasta las orejas. No me extraña que aumente el número de divorcios en verano.

Mi santo, que nada más que mira por mi salud (y por mi economía, que me ha dicho que no me vaya de rebajas porque en las tiendas tienen el aire puesto a todo lo que da la mata), ha apagado el aire acondicionado y ha comprado un ventilador. “Esto te perjudica menos”, me dice. Gran idea: si antes nos pasábamos la noche encendiendo y apagando el aire, ahora nos la pasamos encendiendo y apagando el ventilador: en cuanto me quedo eclipsá, él pone en marcha el aparato del demonio y, con el ruido de las aspas, me despierto taquicárdica perdida, convencida de que estoy en una playa vietnamita bajo el ataque de helicópteros norteamericanos. Sólo me falta “La Cabalgata de las Valkirias” para vivir mi propio apocalipsis a las cuatro de la mañana.

Con tanto trajín nocturno y con un ventilador que hace más ruido que viento, acabo leyendo las noticias en internet esperando a que mi santo cierre el ojo para apagar el artefacto de una puñetera vez. Pero me encuentro con otro que amenaza con ponerlo en marcha: Bárcenas le ha dicho a Raúl de Pozo que es tanta la documentación que guarda sobre el PP, que podría entregar cada día una bomba. Se ve que a Bárcenas también le gusta el olor a napalm por la mañana. El horror, Mariano, el horror.

1 comentario:

Hong Kong Blues dijo...

La acompaño en el sentimiento. Y en el calor. Y en las noches de ventilador.
Qué verano, señora, qué verano.