miércoles, 8 de julio de 2015

ELEGANTES


PUBLICADO EL 7 DE JULIO DE 2015 EN LA VERDAD

Afirman los entendidos en moda, ese extraño y heterogéneo grupo donde caben desde la nieta de una duquesa hasta tu cuñada la bloguera, que la elegancia es vestir adecuadamente en cada momento. O, lo que es lo mismo: no ir en chanclas por el ayuntamiento como si llegaras de bañarte en la Barceloneta, no asistir a una audiencia con el Rey llevando la bolsa de la piscina colgada al hombro o no dar los resultados del referéndum griego en camiseta, que a un plis estuvo Varoufakis de presentarse en elástica sport.

“ Si no puedes ser elegante, sé al menos extravagante”, decía Moschino. Carmen Alborch, excesiva, fallera y colorista, hizo suya esa máxima. Alborch decidió ser extravagante porque los brillos de su cara le impedían ser elegante, igual que a Tita Cervera, otra estrafalaria que parece siempre recién barnizada. Es lo que tenemos las señoras mediterráneas, que con estos calores no hay crema astringente que valga. “En el norte siempre fuéramos más elegantes”, dice mi suegra mientras resopla y se abanica. Normal: un veranos con rebequita por los hombros es mucho más fino que cuatro meses de enseñar los brazos como muslos. Pero, con los sofocos en los que vivimos por estas tierras menopaúsicas y con una humedad relativa más alta que la del trópico, a ver quién se enfunda una manga larga para tapar las mollas colganderas.

Carla Royo-Villanova, celebrity que veranea en Cabo de Palos y que sabe el drama que supone que se te rice el pelo nada más salir a dar una vuelta por el Paseo de la Barra, debería de escribir un manual acerca de “Cómo estar ideala cuando te suda el ala”, que hay que ser elegante en todas las situaciones. Incluso en las más duras: hace un par de años Isabel Preysler prologó un libro llamado “Un divorcio elegante o cómo desenamorarse con estilo». Por lo visto, levantarle el marido a las conocidas también es distinguido si se hace sin sudar, que Isabel es fina filipina. Pero el que tiene que estar sudando tinta ante el divorcio que se avecina es Vargas Llosa. Y, encima, sin nada que ponerse: los trajes del escritor, que ahora vive en los Apartamentos Eurobuilding (como Antonio Alcántara cuando se separó de Merche), se amontonan en la tintorería de su antiguo barrio porque no saben a quién llamar para que vayan a recogerlos. Otro drama veraniego.



Tita Cervera siempre brilla vaya donde vaya

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