PUBLICADO EL MARTES 26 DE ENERO EN LA VERDAD
Desaparecidas Lina Morgan, Lola Flores, Sara Montiel, Marujita
Díaz y Encarna Sánchez, miembras honorarias de la liga del visón, no queda
nadie en el mundo capaz de ponerse un abrigo de piel con estas temperaturas.
Excepto Cuqui Fierro, claro, que no va al Rastrillo sin echarse un zorro muerto
a la chepa, y Ana Romero, periodista que le hizo a Pablo Iglesias una pregunta
supuestamente incómoda a la que Iglesias respondió con un “Precioso abrigo de
pieles el que trae usted”. Y chimpún: pregunta neutralizada. Que el abrigo
fuera de piel de la buena o una imitación del Bershka es lo de menos
(personalmente soy incapaz de distinguirlos, que en cuestión de piel estoy más
pez que Carlos Floriano); lo importante es que, a partir de ese momento, la periodista
deja de serlo para convertirse en una mandada de la casta.
La vieja y la nueva política son lo mismo: tú eres un piojoso
porque llevas rastas y tú eres casta porque llevas pieles. De puta a puta
taconazo, ese es el nivel. Sólo puedes cuestionar los planteamiento de la
izquierda si vas con el flequillo cortado al hacha; sólo puedes poner en duda a
la derecha si luces perlas a lo Carmen Polo. No me extraña que Felipe González
esté cabreado con el tema, que una cosa es que los de Podemos traten al PSOE
como un juguete roto y otra que se metan con los abrigos de piel: González es
intimissimi de la peletera Elena Benarroch, y en su tienda vende las joyas
diseñadas por él. Eso sí, pesan tantísimo que para lucirlas sin que te
produzcan un esguince cervical tienes que tener el cuello de Fernando Alonso. Y
bastantes perras, añado, que baratas no son. Pero a los políticos se les ha
olvidado que la ética es lo fundamental de la estética, que decía Valle Inclán.
También se les ha olvidado lo de la lealtad institucional, el espíritu de la
transición y todo lo demás. Es lo que tiene creerse protagonistas de “Borgen” cuando,
en realidad, están actuando en el episodio piloto de aquella serie en la que
Ana Obregón interpretaba a la presidenta del gobierno. Cuatro capítulos duró el
invento, probablemente más que cualquier pacto al que se llegue. En estos
momentos hasta Ana Obregón me parece una opción. Aunque quizás el único acuerdo
posible pase por proponer como presidente a un tipo con rastas y abrigo de
visón.