miércoles, 27 de enero de 2016

CUESTIÓN DE PIEL

PUBLICADO EL MARTES 26 DE ENERO EN LA VERDAD

Desaparecidas Lina Morgan, Lola Flores, Sara Montiel, Marujita Díaz y Encarna Sánchez, miembras honorarias de la liga del visón, no queda nadie en el mundo capaz de ponerse un abrigo de piel con estas temperaturas. Excepto Cuqui Fierro, claro, que no va al Rastrillo sin echarse un zorro muerto a la chepa, y Ana Romero, periodista que le hizo a Pablo Iglesias una pregunta supuestamente incómoda a la que Iglesias respondió con un “Precioso abrigo de pieles el que trae usted”. Y chimpún: pregunta neutralizada. Que el abrigo fuera de piel de la buena o una imitación del Bershka es lo de menos (personalmente soy incapaz de distinguirlos, que en cuestión de piel estoy más pez que Carlos Floriano); lo importante es que, a partir de ese momento, la periodista deja de serlo para convertirse en una mandada de la casta.

La vieja y la nueva política son lo mismo: tú eres un piojoso porque llevas rastas y tú eres casta porque llevas pieles. De puta a puta taconazo, ese es el nivel. Sólo puedes cuestionar los planteamiento de la izquierda si vas con el flequillo cortado al hacha; sólo puedes poner en duda a la derecha si luces perlas a lo Carmen Polo. No me extraña que Felipe González esté cabreado con el tema, que una cosa es que los de Podemos traten al PSOE como un juguete roto y otra que se metan con los abrigos de piel: González es intimissimi de la peletera Elena Benarroch, y en su tienda vende las joyas diseñadas por él. Eso sí, pesan tantísimo que para lucirlas sin que te produzcan un esguince cervical tienes que tener el cuello de Fernando Alonso. Y bastantes perras, añado, que baratas no son. Pero a los políticos se les ha olvidado que la ética es lo fundamental de la estética, que decía Valle Inclán. También se les ha olvidado lo de la lealtad institucional, el espíritu de la transición y todo lo demás. Es lo que tiene creerse protagonistas de “Borgen” cuando, en realidad, están actuando en el episodio piloto de aquella serie en la que Ana Obregón interpretaba a la presidenta del gobierno. Cuatro capítulos duró el invento, probablemente más que cualquier pacto al que se llegue. En estos momentos hasta Ana Obregón me parece una opción. Aunque quizás el único acuerdo posible pase por proponer como presidente a un tipo con rastas y abrigo de visón.


miércoles, 20 de enero de 2016

LA CARTA

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 19 DE ENERO DE 2016

Le escribía Quevedo a Manuel Serrano del Castillo que “todos deseamos llegar a viejos, y todos negamos que hemos llegado”. La frase tiene su mérito, sobre todo porque la formuló antes de conocer a Isabel Preysler, la mayor negación posible de la vejez. Pero por mucho que se intente, uno sólo puede negar los años hasta que los ve negro sobre blanco: recibe mi santo una carta donde se le invita a ir a un “acto muy especial donde le mostraremos las últimas novedades relacionadas con su salud. La invitación es personal e intransferible para personas mayores de 50 años”. Tal cual. Y ya tenemos melodrama a lo William Wyler, que una carta lo mismo te tira por tierra la coartada de un asesinato que te trunca el espejismo de la juventud. Desde entonces, mi santo no levanta cabeza. Sólo le falta que le llegue la Tarjeta Dorada de Renfe para irse a Benidorm con la madre de Belén Esteban.

La carta ha sido la confirmación de lo que sospechábamos, porque los primeros síntomas del viejunismo nos llegaron viendo la constitución del Congreso, un hemiciclo llenetico de juveniles donde ya -casi- no conocemos a nadie. Peor que cuando sales de bares y te encuentras a los hijos de tus amigos. Ah, ahí está Patxi López, menos mal, uno de nuestra época, que por mucho que Patxi se crea mocito porque escucha a los “Yeah Yeah Yeahs”, un tío que le compró a Joaquín Almunia su primer tocadiscos por 13.000 pesetas es viejo. O, por lo menos, viejoven: “Por dentro cheerleader y por fuera Matusalén”, canta Ojete Calor. Esa es nuestra tragedia.


Para consolarme, me hago una infusión de menta-poleo mientras veo el florecer del amor en la tercera edad. Teresa Campos y Edmundo Arrocet, el artista antes conocido como Bigote, dan una entrevista juntos en “Sálvame De Luxe”: como dos tórtolos enamorados, como dos tóntolos al fin y al cabo, la Campos se empeña en que Bigote cante rancheras, en que imite a Cantinflas y en que sonría. Igualica que cuando Isabel Pantoja entró por teléfono en “Hable con ellas” (sí, aquello) y le dijo a Chabelita que hablara en inglés. “Tú tienes que demostrar lo que vales”, ordenó. Esa es la tragedia de Chabelita, que no ha podido demostrar nada. La mía es que ya me queda menos tiempo para demostrar algo.

BONUS TRACK: Aquí va "VIEJOVEN" de Ojete Calor.


miércoles, 13 de enero de 2016

BOWIE

PUBLICADO EN LA VERDAD EL 12 DE ENERO DE 2015

Hace un par de años vi con el heredero un documental sobre David Bowie. El tiznajo, arrebujado bajo la manta del sofá y alucinado frente a Ziggy Stardust, preguntaba que si eso era un chico o una chica, que si era un chico por qué se maquillaba, que si las drogas eran malas por qué se drogaba. Yo, arrebujada bajo la otra manta, intentaba explicarle a un crío de 9 años lo que era el glam rock sin hacer apología de la cocaína, del exceso de maquillaje, de los pelos decolorados o de los pantalones de campana. Debería haber una vida de David Bowie contada a los niños, que en La Biblia hay cosas peores y la han adaptado. Pero si el heredero tiene que conocer a Jesús, a Moisés, a San Pablo y hasta a los Corintios, también tiene que conocer a Bowie. Que si luego me sale tronista, Dios no lo quiera, que al menos sea consciente de que hubo un hombre muchos años antes que ya se depilaba las cejas. Que cuando vea a Lady Gaga con la cara atravesada por un rayo sepa que es la portada del “Aladdin Sane”. Que cuando sienta su corazón adolescente agitado y convulso, rebosante de energía contenida como una central nuclear a punto de estallar, escuche a Bowie y se reconcilie con el mundo y con él mismo. Él aún no lo sabe, pero Bowie lo salvará muchas veces.


La pena es que Bowie no ha podido salvarse a sí mismo. Y que alguien como él muera hace que tiemblen los cimientos de esta Arcadia feliz en la que intentamos vivir: muere Bowie, pero también muere el hijo de tu vecino, la madre de una amiga, un compañero de COU. Y sientes cómo la muerte, la muy puta, te roza y vuelve a pasar por tu lado una y otra vez. Y tú te escondes, e intentas sortearla cambiando de acera para no saludarla; que no nos vea, piensas, que no nos toque, susurras. Pero, antes o después, te ve y te toca. A ti y a los tuyos. Ni siquiera Bowie, tan camaleónico como era, ha podido mimetizarse para confundirla. Al final resultó que no era inmortal, aunque siempre creímos lo contrario. Incluso lo creía el heredero: esta mañana, mientras se tomaba un vaso de leche con galletas, le he dicho que Bowie había muerto. “Joder”, me ha contestado. Pues eso.



jueves, 7 de enero de 2016

CALORET

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 5 DE ENERO DE 2016

Una ya no se puede ni retirar a los cuarteles de invierno. Básicamente porque no hay invierno. El caloret llegó para quedarse, que lo de Rita Barberá no era un discurso, era una maldición: puso tres velas negras y las bufandas y los guantes se quedaron metidos en un cajón, las calefacciones nunca llegaron a encenderse y las redes se llenaron de fotos de gente en la playa. Cuando veo un muñeco de nieve hecho de arena siento una perturbación en la Fuerza y un dolor en el estómago. El dolor también puede ser por todo lo que me he zampado estas Navidades, que estoy a dos cordiales de que me dé un terelulismo: “Me siento vieja, fea y gorda”, dice Campos Jr. Ella se siente, yo lo estoy. Objetivamente, que el algodón no engaña y el peso tampoco. Y la desgracia es que, con esta temperatura, ya no te puedes poner una buena capa que todo lo tapa. Ni meterte corriendo en un bar para tomarte un chocolate caliente, ni colocarte  calcetines para dormir, ni abrazar a tu hijo para que entre en calor mientras le das besos en una nariz pequeña y congelada. Todos esos momentos se han perdido como lágrimas en la sopa. O en el gazpacho, que apetece más. Tan poquísimo frío hace este año que, en televisión, se han visto obligados a dar las campanadas en porretas. El frío se ha quedado para los ricos de toda la vida, para los que pueden irse a Gstaad a pagar los grados bajo cero a precio de caviar iraní. El resto nos conformamos con un sucedáneo del invierno. Y del caviar.


“En las profundidades del invierno finalmente aprendí que en mi interior habitaba un verano invencible”, escribía Camus. Pero si no hay invierno en el que refugiarse no habrá verano que descubrir. Y si la culpa no es de Rita Barberá es de la CUP, que seguro que votaron por la independencia climática y se les fue la mano. También dijo Camus que amaba demasiado a su país como para ser nacionalista. Ellos lo aman tanto que están dispuestos a que haya elecciones otra vez. Lo único bueno de que repitan los comicios es que Miquel Iceta volverá a bailar. Y que, si esto es el eterno retorno de lo mismo, en unos días estaremos diciendo lo de que cuando el grajo vuela bajo hace un frío del carajo. O eso espero.