miércoles, 17 de febrero de 2016

INFOXICADA

PUBLICADO EN LA VERDAD EL 16 DE FEBRERO DE 2016

No sé cómo lo hacen ustedes. Lo de ser tan listos, digo. Lo de leer ensayo, novela, poesía y cosas varias, digo. Lo de ver tantas pelis y tantas series, digo. Lo de no perderse ni una inauguración, ni una exposición, ni una conferencia, digo. Porque yo no llego a todo: cuanta más información recibo, más me agobio y menos comprendo. Y no he desfasado tanto de joven como para tener el cerebro más agujereado que las medias de Madonna, que viví los ochenta y todavía me acuerdo, pero ahora tengo la misma capacidad de atención y de discernimiento que Belén Esteban en una reunión de la RAE: cero.

Vivo en un estado permanente de bulimia mental: ingiero información y la vomito. No retengo nada; líquidos, lo único (y sólidos, que me estoy poniendo hecha un manatí). Leo que esta sobrecarga informativa se llama “infoxicación”: incapacidad de análisis eficiente de un flujo de información elevado. Así estoy yo, infoxicada, como Marta Sánchez, que le preguntaron “Un resultado para el partido de esta noche” y ella contestó con un “Yo de política no hablo”. Te entiendo, Marta, como Mariano Rajoy entiende a Esperanza Aguirre: yo he acabado creyendo que las ondas gravitacionales eran los pelos de Beyoncé en la Super Bowl, que se lían las informaciones en mi cabeza como los hilos en una caja de costura. Y salto de una noticia a otra sin red, que a ver quién se resiste a los titulares de algunos periódicos, tan increíbles que parecen de “El Mundo Today”, tan escandalosos que han convertido las viejas portadas del “Pronto” y sus “Le salen los dientes a los 107 años” en periodigno. Y me lío otra vez porque no hay forma de desinfoxicarse: la complejidad de información se ha convertido en una nueva forma de ignorancia; la inmediatez de la comunicación nos impide reflexionar, pararnos, pensar, y nuestra capacidad crítica se limita a escribir un tuit poniendo a parir a alguien (con un hashtag ingenioso, eso sí, que el hecho de que una sea una burra hay que llevarlo en secreto, como las hemorroides). Lo dijo Ramón y Cajal: “Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro”. Me temo que estoy esculpiendo un cerebro tan horripilante que será digno de ponerse en una rotonda. Por si no hubiera ya bastantes.



Gracias, @covanechi, por la portada de PRONTO



1 comentario:

Hong Kong Blues dijo...

Una rotonda dedicada a cualquier cerebro, así sea infoxicado, y más si es el suyo, sería un feliz acontecimiento.
La adoro.