miércoles, 13 de abril de 2016

MONJAS

PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 12 DE ABRIL DE 2016

Si para Santa Teresa Dios andaba entre pucheros y para Tamara Falcó entre cupcakes, para Cuatro Dios anda entre realities. Se estrena “Quiero ser monja” y el tuiterío se viene arriba. Lógico: en estos tiempos es más provocador ser novia de Jesucristo que novia de Paquirrín, aunque yacer en el tálamo con el hijo de la Pantoja sea un martirio que te haga santa súbita. Y es que monjas hay para todos los gustos. Desde las almodovarianas Sor Rata de Callejón o Sor Estiércol hasta las feministas radicales de EE.UU., responsables de montar un pollo doctrinal con el Vaticano que ríete tú de Lutero. En cambio, el problema que tienen las novicias de “Quiero ser monja” es más tecnológico que teológico: han de elegir entre Dios y el móvil. Mientras, sus renuncias, sus miedos y sus emociones se aliñan con canciones de George Harrison y de anuncio de McDonald’s (si el programa se hubiera montado con el cachondeo habitual marca de la casa habría sonado en bucle “Quiero ser santa” de Parálisis Permanente: “que cuando me muera / mi cuerpo quede incorrupto / y que todos los que me vean / queden muertos de susto”). Después llega Sor Lucía Caram a hablar de la llamada. De la llamada de Dios, no de la de Paolo Vasile (San Basilio, que le dice la madre de Paz Padilla), que fue el que la subió a los altares y nos la metió hasta en la sopa. Literalmente, porque la ínclita también tiene programa en Canal Cocina.


Pero antes de monjas independentistas, de monjas cocineras o de monjas de realities, ya había sacerdotes catódicos. El padre Mundina, cura jardinero del Pleistoceno televisivo, escribió su autobiografía y la llamó “Mi vida, mis gentes, mis plantas” (yo sobre las únicas plantas que puedo escribir es sobre las de mis pies, que las de las macetas se me mueren todas). Esperanza Aguirre, monja alférez de la derecha, ha publicado la suya, titulada “Yo no me callo”. El novio de un amigo se pasaba el día diciendo “Pues yo no me voy a callar”, y te soltaba la primera barbaridad que se le pasaba por la cabeza. Era de esos tipos que utilizan la verdad como arma arrojadiza. Esperanza la utiliza como arma de destrucción masiva. Del PP, claro. Si la verdad no te hace libre, al menos te hará vender libros. O subir las audiencias de televisión.

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