PUBLICADO EN LA VERDAD EL MIERCOLES 27 DE JULIO DE 2016
Parezco stigmata: voy reventaíca viva de mosquitos. Y sin salir de
casa, que no me ha hecho falta irme a Honduras a tirarme cocos a la cabeza con
Mila Ximénez para que me coman entera, no, que los que me pican son autóctonos,
cantonales, los propios de la tierra. Eso sí, con tamaño suficiente como para
llevarse a un niño volando entre las patas, que lo he visto yo.
Los mosquitos no son criaturas del Señor, sino de Satán, diga lo que
diga San Macario Alejandrino, aquel mártir que, atribulado por matar a un
mosquito que le picó en el pie, permaneció seis meses en el monte a merced de
los insectos para purgar tamaño pecado, y su cuerpo se hinchó tanto que sólo lo
reconocieron por su voz (lo mismo le pasa a Belén Esteban cada vez que vuelve
del cirujano plástico). Después de aquello, no sé cómo no han nombrado a San
Macario Alejandrino patrón del PACMA.
Pero yo no soy santa ni beata, y cuando el bicho del demonio me ronda
como un mal pensamiento en mitad de la noche, empieza la caza: que si no me
quedan pastillas insecticidas, que si pruebo con la zapatilla, que si ahora
fumigo como para provocar un agujero en la capa de ozono, que si abro las
ventanas porque me voy a ahogar, que si entonces entran más mosquitos, que si
cierro la ventana, que si apago la luz. Y ahí sigue el maldito, zumbando junto
a mi oreja, provocando más tensión que en el bautizo de un Gremlin, que dice
Arturo Valls. Y, al final, me pica, claro. "El último mosquito que me
picó tuvo que ingresar en la Betty Ford". Lo decía Joanna Lumley en “Absolutamente Fabulosas”. El mío debería
darme un bocadillo y un zumo después de toda la sangre que me han chupado esta
noche. Pero de vez en cuando, en este mundo tan aséptico en el que
vivimos, es necesario que haya unos bichos que nos recuerden que seguimos
estamos a merced de la naturaleza, que no somos los más listos sobre la faz de
la tierra. Al final, sólo aprendemos a base de picotazos. Y a veces, ni eso.
El episodio de "El mosquito impertinente" de La Pantera Rosa.
Lo ha encontrado @covanechi, claro
2 comentarios:
Jamás me picó un mosquito, pero sí me molesta su zumbido nocturno. Me la imagino a usted, succionada, y sólo se me ocurre que quizá, en su caso, incluso tenga un efecto positivo: el mismo de las clínicas que regeneran la sangre con resultado rejuvenecedor. Pero en su situación, mediante un tratamiento orgánico, natural y de proximidad.
Como he leído en Twitter, ya podían chupar la grasa en vez de la sangre ;)
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