jueves, 1 de septiembre de 2016

MIÉRCOLES DE DOMINGO

PUBLICADO EN LA VERDAD EL 31 DE AGOSTO DE 2016

Si según Paloma San Basilio el amor hace del lunes otro sábado, en la vida real el treinta y uno de agosto hace del miércoles un domingo. Y un domingo por la tarde, además. Cerramos las maletas y las playas, cargamos los coches y nos mudamos a vivir dentro de un tópico septembrino lleno de vueltas al cole, fascículos coleccionables y dietas de la alcachofa. El eterno retorno de lo mismo nivel Zaratustra desmayado.

Menos mal que lo que viene a partir de mañana nos va a curar de todos los lugares comunes, de la investidura que dura y dura (aunque a nosotros se nos hayan acabado ya las pilas) y hasta de la retención de líquidos: el 7 de septiembre se casa Rociíto. Un miércoles que ella va a convertir en sábado, que las estrellas rutilantes son capaces de transformar el agua en vino y la insulsez en valor televisivo. Lo malo es que ahora va a ser una boda pasteurizada, esterilizada y descremada, nada que ver con aquel enlace con toda su nata que fue el casorio con el guardia civil hace veinte años: Rociíto con lentillas de colores, uñas de porcelana, postizos de pelo de una india peruana colocados por Rupert en un claro homenaje al gótico flamígero y veintiún metros de cola de un vestido perpetrado por Antonio Ardón en pleno subidón lisérgico. El estilo remordimiento de aquella boda hizo que las de “Dinastía” parecieran una cosita de me caso con el vestido que me puse para la comunión de mi sobrino y nos vamos a comer al bar de al lado del juzgado con tus padres y los míos. Pero esta vez Rocicíto se ha marcado un enlace minimalista (hasta que aparezcan por allí Las Campos y su barroquismo reinterpretado, claro): no ha invitado a nadie de su familia para evitar que el nuevo enlace se convierta en La Boda Roja, que las luchas por el poder mediático entre los Mohedano, los Ortega y los Carrasco son más cruentas que las que hay entre los Lannister, los Stark y los Targaryen. Ahora que lo pienso: si no los invitan, a lo peor no nos divertimos tanto. Mierda de septiembre.


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