PUBLICADO EL 29 DE NOVIEMBRE DE 2016 EN LA VERDAD
En China
han prohibido llamar “gordito” a Kim Jong-Un. Le
puedes decir cafre, asesino, loco, enano cabezón, pero no gordito. Le puedes
decir hasta que se le parece a Falete
después de que Rupert le haya cortado el pelo a lo taza, pero no gordito. Los
sitios web chinos bloquearon el apodo "Kim Gordito el Tercero" tras una reunión que mantuvieron con las autoridades
norcoreanas. Lo normal en el orden del día: el programa nuclear, las
restricciones al comercio y la prohibición de llamarle gordo al presidente. Amárrame
esos pavos.
Menos
mal que mi abuela no era china, que si no hubiera acabado en una cárcel
asiática: lo que más le gustaba en el mundo era decirte “¡Estás más repuesta!”
mientras te daba palicos en los brazos. Ella, que había pasado muchísima hambre
de joven, lo decía como un piropo; tú, que también habías pasado muchísima
hambre de joven (y de mayor, que una dieta es para siempre, como los diamantes)
te lo tomabas a la tremenda. La diferencia es que no podías matarla porque cometer
un abuelicidio estaba mal visto en mi casa. En Corea del Norte igual no.
La que
está también muy repuesta de lo suyo es Mar Flores: acaba de divorciarse de
Javier Merino, un señor mayor y millonario, y ya está saliendo con otro señor. Más
mayor, claro. Y más millonario, claro: de magnate en magnate, que aquí hay
tomate. Mi abuela hubiera dicho que la Flores tenía una asombrosa capacidad de
recuperación. Bueno, no, mi abuela hubiera soltado cosas muchísimo peores, de acabar
cumpliendo condena en el penal de Alcalá de Guadaira, que si yo tengo una boca
de camionero, la de mi abuela era la del mismísimo conductor del diablo sobre
ruedas. Pero lo cierto es que los famosos patrios tardan menos en encontrar un
nuevo amor que yo en comerme un bocadillo de atún con pimientos. A mí me dan un
palo emocional, que no amoroso (mi santo es un ídem), y la sensación de fracaso
me persigue, me atormenta y me golpea en la nuca mientras me lavo los dientes. En
cambio ellos se casan, se descasan, se despluman, se hacen una exclusiva con cara
de pena, se van a Ibiza y se encuentran con un nuevo amor a velocidad de
vértigo. Y los demás, que arreen. Los famosos revisteriles están hechos de otra
pasta. De pasta gansa.
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