PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 24 DE ENERO DE 2016
Que en la misma semana nieve en Cartagena, se
inicie el mandato de Donald Trump y salte lo de Bárbara Rey (otra vez) es una
clara señal del fin de los tiempos. También podría serlo que escribieran "Vayadolid"
en un mapa de La Sexta, pero ahí se equivocan tanto que eso no es señal de
nada, tan sólo de que al rotulista le hace falta tener un diccionario a mano. Total,
que la arriba firmante lo ha visto todo en directo porque una amigdalitis la ha
tenido postrada en el sofá del dolor, que no en el lecho (la tele del
dormitorio es muy pequeña), y ha podido comprobar los resultados de la cocina
de aprovechamiento: se cogen los restos del cocido, se sofríen en la sartén, se
sirven aliñados con el tema de los fondos reservados y te da para alimentar
horas de televisión. Es lo que tiene que se abra la veda y que nos guste hacer
leña del árbol caído. O abdicado.
Lo que sí se ha demostrado es que Bárbara es
capaz de hacer cualquier barbaridad para evitar bajarse del tacón, que antes
muerta que volver a la huerta. Total, la pobre sólo quería trabajar. Que la
pusieran en nómina en algún ministerio. Como a Antonio Alcántara. No me imagino
yo a Bárbara como Ministra de Cultura, pero cosas más raras se han visto (mayores
probabilidades hubiera tenido si se hubiera enrollado con Berlusconi, que él es
muy de colocar a sus amigas entrañables). Al fin de cuentas, lo que nos quieren
vender como una apasionante novela de amor y espionaje es más un tebeo de
"Mortadelo y Filemón", una historia tan chusca que hace que la T.I.A.
parezca el Mosad al lado del CESID. Y con Chelo García-Cortés como la señorita
Ofelia. Acabáramos.
Y ahora
a esperar a que Bárbara negocie su nueva aparición televisiva, que a la
totanera parece que se le da mejor contratar con "Sálvame De Luxe"
que con el estado. Mientras, podrían currase una adaptación patria de
"Feud", la serie que recoge la enemistad entre Joan Crawford y Bette
Davis: cambien los nombres de las divas norteamericanas por los de Bárbara Rey
y María José Cantudo, y tenemos un culebrón de primera, que lo que hay entre
ellas no es animadversión, sino aborrecimiento puro y duro. Una escupiendo y la
otra imitándola. Me río yo de "Qué fue de Baby Jane". Y de Mata Hari.