PUBLICADO EL 7 DE FEBRERO DE 2017 EN LA VERDAD
Los almendros están esquizofrénicos. Ahora
nieva, ahora llueve, ahora sale un sol que que para qué. Y los almendros
florecen al tuntún engañados por una falsa primavera, sin saber que aún puede llegarles
una helada traicionera y dejarlos desnudos. Así están los pobres, perturbados,
trastornados, locos perdidos. Tan locos como el traje de Cristina Rodríguez en
los Goya, por un lado Joan Collins desparramada y por otro choni puesta en
cumplir. Tan idos como Mario Vaquerizo, que afirma que no hay que matar animales,
pero que lleva abrigos de piel por estética (y porque tiene perras para comprárselos).
Tan delirantes como las revistas de moda, que te piden que te aceptes a ti
misma en la página par y te dan cinco direcciones para hacerte una liposucción
en la página impar. Tan absurdos como Mariano Rajoy cuando afirma que
"todo lo publicado es falso salvo alguna cosa" (aunque Rajoy es más
de tautologías, tipo "España está llena de españoles" o "Un vaso
es un vaso y un plato es un plato"). Tan excéntricos como Albert Rivera,
que antes definía Ciudadanos como un partido socialdemócrata y ahora quiere ser
liberal progresista. Tan desequilibrados como Podemos y sus líos. Tan
despistados como el PSOE y los suyos. Tan contradictorios como nosotros mismos,
que estamos a dieta de lunes a viernes y nos pegamos unos homenaje los fines de
semana que ni Terelu desencadenada, que nos quejamos de la invasión de nuestra
intimidad y compartimos en las redes sociales hasta la última tontuna que se
nos ocurre, que defendemos el comercio de barrio y nos hinchamos a comprar en
Amazon, que presumimos de ser naturales y auténticos y subimos a Instagram unos
selfies más retocados que una portada de la Preysler.
Lo decía Gore Vidal: "En verdad, la vida misma es una contradicción,
aunque sólo sea porque en todos los casos el nacimiento es la causa directa de
la muerte". Y Vidal sabía mucho de contradicciones: el escritor, que se
definía como "perra caballero", se tiró a todo lo tirable mientras permanecía
cincuenta y tres años junto a un hombre con el que nunca tuvo sexo. Si Gore Vidal pudiera ver los almendros en flor se le pondría cuerpo de
primavera, y se le reventarían las costuras, y le estallaría el corazón. A mí
me pasa cuando los veo. Aunque luego lleguen las heladas y los dejen desnudos. Aunque
acaben esquizofrénicos, los pobres.
4 comentarios:
Grande, como siempre.
Cierto, éste es un momento y un territorio esquizofrénico. De doble mensaje y moral. Ya pasamos por el bipolar, y me temo que el siguiente paso será el psicopático.
Pero oiga, a ver si al menos salimos de ésta sin atar y sin engordar en exceso.
¡Muchos besos!
Hola?
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