PUBLICADO EN LA VERDAD EL MARTES 6 DE MARZO DE 2018
Antes
de llegar a convertirse en confesor de famosos con vinito blanco de por medio, Bertín
Osborne ya cantaba aquello de "Dentro de ti hay una estrella / si lo
deseas, brillará". Y parece ser que Osborne, visionario, llevaba razón: hoy
todo el mundo está convencido de que lleva una estrella dentro, y desea que salga,
y que refulja, y que brille, aunque la estrella sea de latón. Por eso no me
extraña encontrarme un artículo de El Periódico en el que se cuenta la
posibilidad de alquilar los servicios de un fotógrafo para que te persiga por
la calle como si fueras un famoso. Tal cual. Experiencia inmersiva, que se
llama. Así que tú, arreglá pero informal, te bajas a comprar el pan, a pasear
al perro o a darte una vuelta por el barrio mientras que un fotógrafo (o
varios, dependiendo ya de tu nivel económico y de tu grado de salud mental) te
fríe a fotos. Y tú, reina por un día o celebrity por un rato, que lo mismo me
da que me da lo mismo, te crees Paula Echevarría acosada por los periodistas,
te imaginas que eres Froilán saliendo de un after, te piensas Isabel Preysler
abandonando una clínica de cirugía estética por tercera vez en una semana, te
sientes actriz oscarizada, o diva del pop, o cantante folklórica, que hay
gustos para todo. Lo que no sé es si, por una módica cantidad más, una podrá hacerse
la ofendida y pegarle paraguazos al fotógrafo, cagarse en sus muelas o estrellarle la cámara contra el suelo al grito
de "¡No me vais a grabar más!", que si esta es una experiencia
inmersiva, lo tiene que ser con todas sus consecuencias.
Y, mientras tanto, los transeúntes contemplan la escena preguntándose quién es
esa chica a la que persiguen los paparazzi. Objetivo conseguido.
Ahora la
fama ya no es sólo efímera, sino también falsa, y si quieres creerte una
estrella durante cuatro horas, pues aquí paz y después Photoshop. Ya lo decía
Warhol: lo que cuenta no es quién eres, sino quién creen que eres. Claro que tampoco
te puedes fiar mucho de un tipo que afirmaba que acudiría
a la inauguración de cualquier cosa, incluso de un retrete. Y con fotógrafos, por
supuesto. Pero es que algunos sólo se sienten vivos si los ven los demás. Aunque
sea sentados en el váter.
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